Dedico
mi vida profesional al tratamiento de la enfermedad, pero más concretamente
al tratamiento del paciente obeso.
Por
eso sé que un gordo, con toda la dosis peyorativa que tiene la palabra
para algunos, o de simpatía que encierra para mí; puede parecer
muchas veces un niño encaprichado, incapaz de renunciar a algo que le gusta. Puede
muchas veces, como un adolescente que cree ciegamente, o que desea creer en las
soluciones rápidas, mágicas, en los sueños imposibles: "Con
ésta pastilla", "Con la dieta de la luna", etc. etc. También
sé que es casi siempre un hombre, o una mujer angustiados, desvalorizados
ante sus propios ojos por la permanente sensación de que no pueden disminuir
su adicción. Que ésta los supera y se infiltra en casi todas las
áreas de sus vidas disgustándolos. Pero
sobre todo, sé que un obeso es también un adulto que al encontrar
el camino de la recuperación, vive plenamente. Que comprende que el método
y el fin no son sólo bajar de peso, sino cambiar su estilo de vida, sano,
libre de adicciones, positivo. Este
no es un tratamiento mágico porque no se puede revertir mágicamente
el conjunto de características genéticas, familiares y ambientales
que involucran la obesidad. Hay
un solo instante mágico en la vida de un obeso; aquel en que siente que
los kilos de más le pesan en el carácter y en el corazón
más que en la balanza; y dice ¡Basta! Ese
momento mágico, personal e intransferible, es el primer paso del camino.
Pero todos los caminos,
aún los más largos, comienzan con un sólo paso. ¡Ese
primer paso es suyo! No
le prometo un trayecto sin obstáculos. Los hay. A veces podrá parecer
que se diera marcha atrás; pero sí le aseguro que es posible. No
se preocupe. Ocúpese de usted mismo, de hacerlo fácil sin complicaciones,
de lograrlo "SOLO POR HOY". El
camino es éste. La meta es nada menos que conquistar su bienestar, sentirse
bien. Ya dio su primer
paso. ¡Adelante! |